Una Bala en la Cabeza...

martes, mayo 12, 2009



Llevaba diez años de sufrir dolores de cabeza. Primero pensó que era exceso de trabajo. Después le dijeron que podría ser migraña. Un médico le diagnosticó sinusitis. Pero este señor no hallaba alivio de ninguna manera, y por fin le sacaron una radiografía. El resultado fue interesante. El hombre tenía una bala incrustada en la base del cráneo.

Diez años atrás, en un baile, alguien había disparado al azar. El recibió el plomo en la cabeza, aunque sólo sintió un rasguño. Más temprano, camino al baile, había tenido un accidente de automóvil, y él siempre pensó que el rasguño había sido el resultado de algún vidrio del parabrisas.



No es nada común vivir diez años con una bala en la cabeza, aunque es cierto que casos como éste se encuentran en los archivos médicos. El cuerpo es un mecanismo maravilloso que se adapta a muchas interferencias, pero vivir diez años con una bala en la cabeza es extraordinario.



Sin embargo, hay miles de personas que sí llevan algo en la cabeza y en el corazón que daña y hiere y agravia y deteriora. Son las ofensas no perdonadas. Nada produce más daño en el corazón que cargar una injuria, un daño, una ofensa no perdonada.

La reacción normal es defendernos diciendo: «Fue él quien me hizo el mal. Que venga él a mí y me pida perdón.»

Jesucristo, en su Sermón del Monte, dijo algo muy interesante: «Por eso, si estás llevando tu dádiva al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu dádiva allí enfrente del altar, y vete; primero haz las paces con tu hermano, y luego, cuando hayas vuelto, ofrece tu dádiva» (Mateo 5:23-24). (Cursivas mias).

Tomemos nota de la importantísima frase: «y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti.» Esto quiere decir que es el ofendido quien debe buscar la paz con el que lo ofendió. De no ser así, si no nos busca el que nos ofendió, nunca estaremos en paz. Y es que importa mucho que no carguemos toda la vida un resentimiento no perdonado. Porque nada produce más daño personal que cargar en la mente y en el corazón una ofensa no perdonada.

Nosotros somos los únicos que podemos extraer la bala que tenemos en el corazón. Busquemos al que nos ofendió y reconciliémonos con él. Si no lo hacemos, llevaremos esa carga hasta la muerte. Jehova nos dará el poder que es mas alla de lo normal para hacerlo. Nuestra tranquilidad depende de eso. No perdamos más tiempo. Perdona porque dios te perdona..